domingo, 9 de septiembre de 2012

A partir de ahora, felizidad se escribe con zeta de zángano


¿Y qué me dices de lo de tumbarse en la arena a ver pasar el tiempo? ¿Quedarte después de comer leyendo un libro en la hamaca de tu terraza? Eso sí que no tiene precio, nos lo hemos ganado. En verano, la única etapa del año en la que está estricta y completamente prohibido pasarlo mal; como bien me ha dicho un amigo mío “¿Para qué vas a rayarte en verano? Pásatelo bien tía, que para pensar ya tendrás el resto del año”. ¿Y sabéis qué digo? Que algo de razón tiene, porque si no, no le haría caso. Normalmente no soy una viva la vida loca, porque no me va, no soy una tía Carrefour de esas a las que te acercas y se abre automáticamente… ¡Qué va! Pero pasártelo bien lo moderas tú, no hace falta hincharte de coca y acabar violada en un banco para luego contarlo a voces. Haz lo que te apetezca en cada momento, joder, Lucía, que te resbale, disfruta.

Escribir como método de supervivencia


Una menos veintitrés de la mañana. En los cascos The Velvet Underground, peculiar, uno de esos sonidos que pueden tocarse, como el pelaje de un gato durmiente.
Una canción que no transmite nada es mero ruido, al igual que un color que no puede olerse o saborearse es un color vacío. Tal vez sea yo la que siente las cosas de manera diferente al resto del mundo, pero creo que veo desde otra perspectiva. Cuando era pequeña, vagaba por el gran jardín de mi casa, con árboles verde oscuro casi negro, tan altos que parecían cernirse sobre mí; y encontré un baúl de madera algo vieja, pero intacto aún así. Decidí abrir la pesada tapa a pesar del quejido de la cerradura y las bisagras, y de mi poca fuerza. Cuando metí mi manita dentro toqué algo frío y duro, y sin pensarlo un momento lo saqué. Era un cristal puro, limpio, verdoso y translúcido, un poco más grande que mi mano, así que lo acerqué a mi ojo para poder ver a través de él… El resultado fue asombroso, jamás había contemplado algo tan raro y hermoso como aquello, y quedé tan maravillada por esa visión que desde ese día llevo el trocito de cristal en mi corazón, aunque a veces me pincha un poco y puede resultar desagradable para los que están a tu alrededor, a mí me hace contemplar la vida de otra manera, saber que se me ha otorgado el poder de ver.

Autoaconsejándome


Creo que ya no sé ni quién soy ni lo que quiero.  A día de hoy lo único que me alivia son los gatos y escribir, y no me va a durar para siempre. Yo quiero ser una persona firme y fuerte pero por alguna razón acabo fallando, aunque sigo teniendo la sensación de que soy fiel a mí misma. A todo el mundo le asusta no tener personalidad y critican a los que según ellos no la tienen, pero yo les digo: ¡Coño! Conocéos un poco más a vosotros mismos que seguro que tenéis suficiente con vuestros propios problemas… Al menos yo sí. No hay un día en el que decidas: voy a ser una persona sincera y honesta, me gustarán las hamburguesas sin queso fundido y odiaré el brócoli casi tanto como madrugar. Me parece que más bien tú eres tú mismo y al fin y al cabo te darás cuenta de que algunas cosas las harás por naturaleza. Soy de esas que dice que las personas no cambian, pero pienso que pueden remodelarse si quieren.