domingo, 9 de septiembre de 2012

A partir de ahora, felizidad se escribe con zeta de zángano


¿Y qué me dices de lo de tumbarse en la arena a ver pasar el tiempo? ¿Quedarte después de comer leyendo un libro en la hamaca de tu terraza? Eso sí que no tiene precio, nos lo hemos ganado. En verano, la única etapa del año en la que está estricta y completamente prohibido pasarlo mal; como bien me ha dicho un amigo mío “¿Para qué vas a rayarte en verano? Pásatelo bien tía, que para pensar ya tendrás el resto del año”. ¿Y sabéis qué digo? Que algo de razón tiene, porque si no, no le haría caso. Normalmente no soy una viva la vida loca, porque no me va, no soy una tía Carrefour de esas a las que te acercas y se abre automáticamente… ¡Qué va! Pero pasártelo bien lo moderas tú, no hace falta hincharte de coca y acabar violada en un banco para luego contarlo a voces. Haz lo que te apetezca en cada momento, joder, Lucía, que te resbale, disfruta.

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